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9/10. "A besar de todo, adicto". Teatre Auditori Barradas. L"Hospitalet.
SENDERISMO
Marta se puso el vestido por encima del top y las mallas. Era
un vestido cómodo de los que se solía poner para salir a pasear en verano.
Ajustó el reloj que le regalaron sus padres para su cumpleaños y se recogió el
pelo con cuidado. Cogió uno de los bolsos más de sport que tenía y tuvo cuidado
al guardar una botella de agua, una barrita energética, frutos secos y un
bocadillo de jamón serrano. Todo aquello abultaba demasiado pero al colgar
aquella sudadera marrón por encima de las asas pasaba bastante desapercibido.
Al salir del cuarto pasó por el baño y cogió el maquillaje justo que podía
entrarle en aquel bolso ya tan apretado. Se miró al espejo, sonrió y salió
hacia la cocina con cuidado. Allí estaba Carlota, su madre, preparando algo que
parecía como un caldo, y su padre, Cristóbal, leyendo el diario. Me voy, les
dijo. A dónde. A dar una vuelta por aquí cerca con las amigas. Muy bien, no
vengas tarde, a las 2 comemos. Tranquilos, más tarde no llego.
Al bajar a la calle, Marta llegó justo hasta la primera esquina
donde estaba esperándola su amiga Sandra. ¿Lo llevas todo? Sí, creo que no he
olvidado nada. Vamos, deprisa, entremos aquí mismo. Allí pidieron un zumo de
naranja cada una como excusa para poder entrar al baño. En apenas cinco minutos las dos amigas ya se
habían cambiado y maquillado. Lucían sendos modelos de sport de montaña del
Decathlon, a conjunto top y malla, una sudadera para el frío y habían cambiado
sus relojes de vestir por unas pulseras de esas que miden los pasos. Justo al
otro lado de la calle, les esperaban Pablo y Alberto, a quienes habían conocido
por un chat de senderistas y montaña.
En la casa, Cristóbal y Carlota comentaban. No sé si hacemos
bien haciendo ver como que no nos damos cuenta de nada, Carlota. Deja a la niña
Cristobal, sabes que yo hacía lo mismo cuando salíamos de fiesta por la tarde
en los noventa. Y lo que aún no entiendes es que ahora la montaña es una discoteca.