El año pasado
conocí a un grupo de gente con los que organicé un viaje a Marte. A través de
una página web para hacer amigos, descubrí a los que durante mucho tiempo
fueron mi familia y compañeros de viaje.
Si lees esto por primera vez, podrías pensar que estoy mal de la
cabeza. Que a Marte no se puede ir. No os juzgaré por ello. Yo pensé lo mismo.
Así que seguí quedando con la gente para ir a la montaña. O para jugar a pádel.
Incluso a veces, para intercambiar charlas en inglés. Un vez ya me volví loco
perdido y decidí ir a comer una paella en la Barceloneta con gente que no
conocía de nada.
Si os soy
sincero, son actividades que me sientan bien. Pero un día me sentí como
estancado.
El caso es que con el paso del tiempo me empecé a aburrir y un
día volví a leer el anuncio de la persona que buscaba amigos para ir a Marte. Y
le escribí. Oye mira, quiero ir a Marte contigo. Muy bien, me contestó, pero
hay que organizarlo, para eso he creado el grupo. Muy bien, quedemos para
organizar el viaje a Marte.
El primer
día no entendía nada. Solo que necesitábamos una nave. Éramos 6 en el grupo.
Marta, una chica joven que se quería independizar, Manuel, un comercial jubilado,
Bárbara, una cajera del Mercadona, Antonio, gestor, Víctor, el creador del
grupo y yo. Víctor había trabajado toda la vida en la Seat. Decía que la nave
no era problema, que él tenía las piezas. Las había ido sacando durante años de
la fábrica de Martorell sin que nadie se diera cuenta. La chapa principal
rezaba “Seat León”.
Fuimos quedando durante semanas y meses. Planeábamos el viaje,
la comida, el clima, el tema de la reproducción de nuestra propia especie, el
sistema de gobierno una vez allí, etc, ..Víctor planeaba congelar miles de
bocadillos para los primeros meses. Decía que una vez se descongelaban sabían a
panadería.
Cuando lo
tuvimos todo organizado ya éramos una comunidad de más de 200 personas.
Teníamos fecha de partida y de llegada .Así que se me ocurrió preguntar: ¿Una
vez allí, qué haremos después de trabajar?. La mayoría de las respuestas
coincidían. Podemos jugar a pádel, o ir a la montaña, o a la Marteneta a comer
paella. Me levanté y me volví a mi pequeño grupo donde contamos estrellas.
Nunca más supe nada de ellos.