... a parte de robarnos la privacidad?
Recuerdo lo bonitas que eran aquellas cartas de papel y boli, en su sobre y con su sello.
En los kioskos existían unas revistas con anuncios, con un apartado de correos que te reenviaban la carta respuesta a un anuncio. Conocí entonces un grupito de más de 5 chicas; yo era el único chico.
Estuve con ellas un tiempo, pero yo era muy joven y no sabía muy bien que quería y me fui del grupo. No sé porque me fui porque ellas eran majas. Pero yo tenía cosas que hacer... Yo era joven, pero no tanto, tendría 25 o 26 años. Ellas tenían 19, 20, y 21 la mayor...
Me escribieron preguntando porque no volvía a salir con ellas. Yo respondí a la carta diciendo que había encontrado pareja y estaba muy liado... Ellas me escribieron una segunda y tercera vez, pidiendo que me trajera también a mi novia al grupo. Pero no era cierto, yo no tenía novia. Mi estupidez quedó ahí... Y me sentí mal por darles la espalda...
El tiempo fue pasando, y con el tiempo unos aprenden y otros no...
Yo lo que aprendí con el tiempo es a valorar lo clásico. La tecnología nos aparta de la realidad y las personas son cada vez menos humanas.
Que bonitas aquellas cartas y que bonita la espera. Que bonito trabajo el del cartero.