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Esmorí§ars filosí²fics : ¿el bien justifica los medios?

Paloma   Paloma, 62


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Apuntados
4
Plazas libres
98

📅 fecha 18 feb 2017

🕐 comienza 11:00 - finaliza 14:00

🪇 Hombres y mujeres de 18 a 99 años

Organ. Nivel 4   📈 684

🔈                    

🗺  ¿Dónde se hace?

 Cafetería Sandwichez, Ronda San Antonio 35.



🌃  Punto de encuentro

En el sótano.


🔤  Información

Bajo el título de "esmorçars- o "berenars"-  filosòfics", desde hace más de 7 años se celebra una tertulia, con moderador, en la que puede participar todo el que se inscriba y prepare el tema. A finalizar, quienes lo deseen, van a comer a un restaurante próximo.

En esta ocasión nuestra tertulia debatirá el significado ético o moral de la frase "El bien justifica los medios". Nosotros nos preguntaremos ¿El fin justifica los medios?

Fue Maquiavelo el que mejor cristalizó esta idea de que en política cualquier medio es bueno si se consigue alcanzar un fin determinado. Fue Napoleón quien escribió la frase al concluir la lectura de “El Príncipe” y desde entonces la frase se ha popularizado enormemente, tanto en positivo (“El fin justifica los medios”) como en negativo (“El fin no justifica los medios”).

Creo que es un deseo de todo ser humano el ser rico pero…¿Justifica este deseo el hecho de robar? ¿Es un medio adecuado para ese fin? ¿Justifica ese fin -ser ricos- el medio que vamos a utilizar -robar como impresentables-?
“Lo hicieron por la patria” “Todo por la Patria” (hasta entregar la vida) son frases que han justificado guerras y crímenes. 

Esta frase suele ser aplicada en un sentido negativo, como exponente de la justificación del egoismo y del fanatismo destructivo. Sin embargo, grandes pensadores como Maquiavelo la utilizaron en sentido positivo, como una fórmula válida para obtener el bien común.
En nuestra tertulia trataremos de profundizar en los diferentes sentidos éticos que puede encerrar esta máxima tan controvertida. La sentencia "El fin justifica los medios" puede interpretarse de dos maneras diferentes y como eso puede crear confusión, comenzaremos por aclarar este punto.

La primera interpretación sería "Cualquier fin justifica cualquier medio" y, formulada así, resulta claramente insostenible, no sólo desde la ética sino desde el más elemental sentido común. Esta interpretación justificaría cualquier acción, por muy absurda, injusta y desproporcionada que fuese.

La segunda interpretación, que es la que consideraremos en adelante, sería esta "Cualquier medio, puede estar justificado por un fin lo suficiente importante".

¿Puede existir un fin que justifique el uso de un medio que consista en torturar a un semejante hasta producirle el mayor dolor que sea posible?

Si nuestra tesis inicial es correcta, la respuesta debería ser afirmativa. Solo tenemos que encontrar un fin lo suficiente valioso como para que supere el coste asociado a la violación de la fuerte prohibición social y moral de no torturar a los semejantes y las correspondientes represalias asociadas.

Supongamos que un policía detiene a un terrorista suicida y que este confiesa que ha instalado un artefacto nuclear en el centro de una populosa ciudad que estallará en 30 minutos.Ante esta situación límite, el único medio de evitar la muerte de 4 millones de personas inocentes es sonsacarle, contra su voluntad, la ubicación de la bomba y el único medio de conseguirlo, es infringirle tanto dolor físico como para vencer su voluntad fanática de permanecer en silencio para que su acto terrorista se consume.

¿Alguien se plantearía alguna duda sobre si el medio de torturar al terrorista justificaría el fin de salvar a 4 millones de inocentes ciudadanos, entre los que se cuentan el propio policía y toda su familia?

Podemos, por lo tanto, concluir que la máxima "el fin justifica los medios" entendida en la segunda interpretación, se aplica en todos los casos, sin excepción, si tenemos en cuenta que en la evaluación que hace el sujeto sobre el coste/beneficio intervienen factores tales como el miedo a las represalias sociales, el temor al propio remordimiento, el temor a haber incurrido en algún error al evaluar los datos del problema, etc. pero, si finalmente llega a la conclusión de que el beneficio global del fin es superior al coste global del medio, ejecutará la acción que cumple ese requisito.

Naturalmente el hecho de que un individuo considere que un determinado fin justifica un determinado medio no significa que todos compartamos esa opinión. Cuando la mayoría del grupo está de acuerdo, el acto es moralmente legítimo y hasta puede que heroico si está involucrada la seguridad del grupo, mientras que si la mayoría del grupo está en desacuerdo, resultará moralmente ilegitimo.

Ese juicio social y sus posibles consecuencias son tenidas en cuenta por el sujeto que decide como un parámetro crucial en sus cálculos.

Hitler masacró a los judíos porque él y buena parte de la sociedad en que vivía consideraba que el fin justificaba los medios. Sin embargo, al perder la guerra fueron juzgados por sus enemigos que tenían una opinión muy distinta sobre el problema judío y fue la opinión de los Aliados victoriosos la que, finalmente, prevaleció y se afianzó universalmente como una verdad autoevidente.
Sin embargo la bomba que los mismos Aliados lanzaron sobre la población civil de Hiroshima, no se consideró durante mucho tiempo una acción reprobable porque, según pensaban los vencedores, en este caso el fin sí justificaba los medios. Sin lugar a dudas, si el signo de la guerra hubiese sido el contrario, Hirosima sería un genocidio inadmisible y el holocausto judio un mal necesario.
En resumen, el individuo que se enfrenta a una decisión siempre aplica, aunque no sea consciente de ello, la máxima de que el fin justifica los medios, que podría traducirse menos ampulosamente como "haz siempre lo que consideres mejor". El problema real está en evaluar con precisión el coste global a corto, medio y largo plazo del fin y de los medios en relación con los intereses de individuo que decide, teniendo en cuenta que forma parte de una comunidad humana de la que depende física y emocionalmente.

El problema con el que se enfrenta el individuo que decide no es la validez general de la ecuación "el fin justifica los medios", sino el de determinar si un medio determinado justifica un fin determinado, evaluados ambos en su compleja totalidad.

La frase, atribuida equivocadamente a Maquiavelo, se utiliza popularmente para tratar de justificar el empleo de medios perversos para conseguir un fin bueno. Sin embargo, Maquiavelo se refería a la política, teniendo en cuenta que ésta no es moral ni ética, sino que se justifica por sí misma, por su exigencia intrínseca de conducir a los hombres a una forma ordenada y libre de convivencia, y halla su límite en la posibilidad de éxito de los medios adoptados. Algunos medios extremos y repugnantes son impolíticos porque se vuelven contra quien los emplea y hacen imposible el mantenimiento del estado. El dominio de la acción política se extiende a todo lo que ofrece la garantía del éxito, que no es más que la estabilidad y el orden de la comunidad política.
Por lo tanto, para contestar a esta pregunta en el sentido popular y general de su empleo, habría que considerar cada caso en particular y tener en cuenta los medios empleados, los fines a conseguir, la moral, la ética, los valores predominantes en la sociedad, la época y las circunstancias. Es decir, que intervienen tantos factores que pienso que lo mejor sería plantear varios casos y que cada uno reflexione sobre la justificación.
Todos sabemos cómo se terminó la segunda guerra mundial: se lanzaron bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Las víctimas fueron enormes y las consecuencias para los que sobrevivieron, horrorosas. Con este medio horrible se terminó una guerra también horrible ¿Cómo se justifica? ¿Quizá diciendo que si no se hubieran lanzado habría habido aún más víctimas? ¿Pero está justificado matar a unos seres inocentes para salvar a otros? ¿Se justifica sólo por la cantidad? ¿Todos los hombres valen igual?
El médico le dice a su paciente que la enfermedad que tiene no es importante. El médico sabe que su paciente va a morir, sin embargo para no hacerle sufrir no se lo dice. El medio empleado, el engaño, ¿se justifica por el fin de no hacer sufrir? ¿Y si el enfermo al saberlo hubiera podido aprovechar mejor el tiempo que le quedaba de vida? ¿Cómo se justifica, entonces?
Un dictador que dirige a una nación tiene a su pueblo tiranizado. Un grupo organizado decide asesinarlo, puesto que no hay otra posibilidad de cambiar de gobierno. El asesinato está prohibido tanto por las leyes como por la moral. ¿Se podría justificar este crimen? ¿En un ámbito político intervendría la moral o habría que tener en cuenta que el bienestar del pueblo es lo primero?
Un país A tiene un territorio pequeño y una gran población que no puede mantener. El gobierno, democráticamente elegido, decide iniciar una guerra contra un país B que tiene unos recursos que podrían solucionar el problema de A. Quizá desde un punto de vista moral e incluso ético el medio empleado no sea bueno, pero políticamente, sobre todo, si se consigue el objetivo, podría considerarse que el fin ha justificado los medios empleados puesto que ha solucionado el problema del hambre en el país A. No obstante, el medio empleado ha sido el más perverso posible: la guerra. Sin embargo, los ciudadanos del país A están contentos porque han conseguido lo que querían, pero ¿y los del país B?
Todos estos ejemplos se podrían justificar con la doctrina del Bien Superior, teoría sustentada por muchos dictadores, entre ellos Pol Pot, que con sus Jemeres Rojos, asesinó a millón y medio de sus compatriotas camboyanos, con el fin de llevar a cabo la redistribución de la población de las ciudades en el campo y así utilizar esta medida determinante hacia el tipo de comunismo que deseaba instalar en su país.
Esta teoría del Bien Superior no es aceptada por la doctrina cristiana y, creo que, dada su utilización por dictadores, militares (la utilizaron los militares franceses en la Batalla de Verdún) y numerosas sectas, es bastante sospechosa de ser una postura razonable por lo que debe ser siempre muy sopesada una decisión que lleve aparejada emplear medios perversos, aunque el fin parezca bueno. Evidentemente, el ser humano por su naturaleza frágil y su tendencia al egoísmo, puede hacer que, incluso democráticamente, se tomen decisiones inmorales. La decisión de una mayoría no quiere decir que sea justa y, menos, que se justifique ni moral ni éticamente, puesto que la cantidad no equivale ni a calidad ni a la verdad.
De todo ello hablaremos en nuestra tertulia.




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